Hace ya unos años, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria realizó un estudio sobre casi 3.000 alegaciones saludables que la industria alimentaria había utilizado para anunciar sus productos y el resultado no pudo ser más demoledor: el 80% de los reclamos sanitarios no estaban científicamente demostrados.
Es decir la industria alimentaria utiliza, con demasiada frecuencia, publicidad engañosa para vender sus productos y muchas veces los consumidores no tenemos información suficiente y sucumbimos ante la avalancha de alimentos “enriquecidos” con pretendidos efectos saludables.
No hay más que pasearse por algunos pasillos de los Centros Comerciales, para encontrar estantes repletos de múltiples alimentos anunciados para mejorar la salud. Tal es así, que a veces uno no sabe si se ha equivocado y se encuentra en una oficina de farmacia. Prácticamente a todos los productos se les añaden vitaminas, antioxidantes u omega 3, y se enriquecen con calcio, fosforo o magnesio. A los lácteos se les añaden esteroles vegetales y la soja, con sus poderes sobrenaturales gracias a la lecitina y los fitoestrógenos, aparece en las galletas o en la leche. Como consecuencia, muchos tetrabrik, que están en la zona de las leches, ya no pueden estar etiquetados como “leche” sino como producto lácteo, pues tal es la mezcolanza de ingredientes “saludables” que contienen.
Entendemos como alimento funcional aquel alimento que, aparte de sus cualidades nutritivas, aporta un elemento o elementos que suponen un beneficio extra para la salud del individuo. Un ejemplo fácil y que todo el mundo puede entender sería la sal yodada, es decir se añade yodo a un producto muy utilizado (sal) para evitar déficit en la fabricación de hormonas tiroideas.
Por ese motivo podríamos pensar que, por ejemplo, cualquier alimento enriquecido con vitaminas podría ser también beneficioso o aconsejable. Pero no es así de fácil, pasaremos a repasar los alimentos funcionales más consumidos.
ENRIQUECIDO CON VITAMINAS
Las vitaminas, que ahora se las llama antioxidantes, son imprescindibles para nuestra salud, pero no se ha demostrado que, aportadas bien enriqueciendo a diferentes alimentos o en forma de pastillas, tengan un efecto beneficioso (excepto en algunas enfermedades que cursan con déficit de vitamina D o del grupo B, ácido.fólico).
Ha habido muchos estudios prospectivos sobre la eficacia de suplementos de betacarotenos (vitamina A) demostrándose un efecto nulo o incluso negativo para la salud, lo mismo con flavonoides (polifenoles) o con la vitamina C (ese efecto protector ante el catarro también es un cuento) e incluso con la vitamina E, que es el más potente antioxidante, tampoco los resultados fueron concluyentes.
La conclusión es que los suplementos vitamínicos no son recomendables a no ser que médicamente exista un déficit y esto es raro si se sigue una dieta sana y equilibrada. En consecuencia, cuando a veces algún paciente me pide unas vitaminas yo le sugiero con todo el cariño del mundo que acuda a la frutería y que allí se compre todas las frutas y verduras, a ser posible de los colores más variados, naranja, rojo, verde, amarillo, morado, etc. Esas vitaminas sí que funcionan, insisto: ¡las vitaminas se compran en la frutería!
Además corremos el riesgo de que muchos padres, con su obsesión de alimentar bien a sus hijos, sustituyan la pieza de fruta recomendable del postre por zumo concentrado (rico en azúcar y muchas vitaminas) o por un lácteo, rico en calcio para los huesos, pero rico también en grasa y azúcares.
LÁCTEOS CON MIL COSAS AÑADIDAS
Como comentaba al principio de mi artículo, antes a muchos de estos productos se les llamaba leche, pero la leche no lleva fibra, ni legumbres, ni aceite de pescado.
Repasemos algunas de estas “leches” modificadas:
• Lácteos con grasa modificada
Para modificar el sabor de la grasa desnatada (recordamos que la grasa de la leche es saturada y no es cardiosaludable), se añaden grasas fundamentalmente monoinsaturadas (oleico) y poliinsaturadas (omega3), pero es mejor que nos acostumbremos al sabor de la leche desnatada y los omega 3 los tomemos cuando comemos sardinas (también en lata), que es un alimento excepcional y aconsejable, rico en proteínas, calcio y omega3. Leche con sardinas suena muy fuerte, ¿o no?
• Lácteos enriquecidos con fibra
Pues lo mismo, ¿no será mejor acostumbranos a tomar la fibra a base de frutas, verduras y legumbres, que en el café con leche del desayuno?
• Lácteos enriquecidos con calcio
Debido a la epidemia de osteoporosis que nos invade, campaña orquestada inicialmente por la industria farmacéutica, parece que hay una obsesión con enriquecer todo con calcio, pero la leche ya lleva calcio suficiente, independientemente de que sea natural o desnatada. Además no está muy clara la biodisponibilidad del calcio añadido, vamos, que no es el mismo calcio. En consecuencia no deja de ser un vulgar eslogan publicitario.
El calcio se encuentra en los lácteos (leche, yogur, queso), legumbres, pescado (deliciosas sardinillas en aceite) y una alimentación equilibrada ya lleva calcio de sobra. Solo en situaciones patológicas excepcionales es necesario un suplemento.
• Lácteos enriquecidos con soja o vitaminas
Ya hemos comentado que las vitaminas deben ingerirse de forma natural, con los alimentos que los contienen y respecto a la omnipresente soja, que como todos sabemos es una leguminosa muy parecida a una lenteja, ¿no será mejor comer las legumbres aparte y dejar la leche para el desayuno o la merienda?
• Lácteos enriquecidos con esteroles
Los fitoesteroles (colesteroles de las plantas), pueden actuar inhibiendo la absorción del colesterol de la dieta y si se añaden a lácteos (leche, yogures y margarinas) pueden tener un efecto beneficioso disminuyendo el colesterol de la sangre, en consecuencia en este caso sí podría ser una alternativa para las personas que tienen elevado el colesterol, acompañado de una dieta rica en fibra (vegetales) y baja en grasa saturada.
En resumen los alimentos funcionales no son necesario, salvo en contadas ocasiones, la mayoría de estos alimentos utilizan pura estrategia publicitaria, puro merketing de la industria.
Si pensamos con un poco de sentido común, ¿no es un una locura incorporar sardinas y lentejas a la leche?, independientemente de que sean dos alimentos muy recomendables por separado. ¿No es más rico un bocata de sardinillas en aceite o unas deliciosas lentejas estofadas, sin que las tengamos que meter en un tetrabrik?.
No maleduquemos a nuestros hijos, nos saldrá muy caro y no mejoraremos su salud.