Coach, experta en Coaching Cuántico y en Inteligencia Emocional. Directora de la Escuela de Liderazgo y Bienestar Emocional.
juliademiguel.com
A pocos días ya del inicio de la Navidad, ese espíritu navideño empieza a colarse en nuestras vidas y palabras como salud, paz, amor... (lotería, también, que ya forma parte indiscutible de la navidad) están presentes en nuestros mensajes navideños. Y yo siempre me he preguntado…
¿qué es realmente el AMOR?
¿cómo bajar a tierra un concepto tan abstracto?
Si vamos a la definición del amor, en la RAE lo definen como “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Entender el Amor desde aquí…el amor es necesidad. Y los vínculos que se crean desde la necesidad, generan dependencia. A partir de ahí, viene todo lo demás: celos, inseguridades, sobreprotección, impotencia… y como denominador común: el miedo. Porque si creo que amor es necesidad, si creo que necesito a alguien o algo para ser feliz, si creo que eso es amor, voy a hacer lo que sea por miedo a perderlo.
El amor no puede ser eso, ni hincharnos a dar besos y abrazos, ni el tipo de amor-drama que vemos en las novelas o películas románticas…el amor es funcionalidad.
El amor, el auténtico amor, primero a ti mismo/a (porque si no, es imposible amar a los demás), está estrechamente relacionado con los límites. Amar es ponerte límites. Qué poco romántico es el amor visto así ¿verdad? se va toda la magia. Bueno, si me das una oportunidad y terminas de leer esto… igual cambias de idea.
El amor es cuidado y el cuidado es atención. Y atendernos es escucharnos. Y escuchar es SENTIR. En nuestras interacciones en el día a día, con nuestra pareja, con nuestros hijos/as, compañeros de trabajo, con nuestros padres o madres, amigas/os, jefes…etc., surgen muchas veces emociones. Esas interacciones generan en nuestro cuerpo muchas veces carga o lo que llamamos emociones, rabia, ira, tristeza, miedo…y que en realidad es una des-carga de información. Carga que es incómoda para nosotros/as y que no nos gusta, que creemos que se genera por culpa de lo de fuera (de la actitud de mi pareja, de lo que me acaba de decir mi compañero de trabajo, de la rebeldía e insolencia de mi hijo adolescente, de la prepotencia de mi jefe/a, de la incompetencia del político/a de turno…) y para quitarnos esa incomodidad, reaccionamos, respondemos desde ese estado, desde esa carga que estamos sintiendo.
Discutimos, exigimos, juzgamos, criticamos, nos quejamos… pedimos al otro/a que cambie su actitud, pensamos que es lo de fuera lo que está mal y que, si cambiase, yo estaría tranquila, en paz y amor. Así vivimos. Sin ser conscientes de que cuando hacemos esto, estamos siendo altamente irresponsables: estamos desperdiciando nuestra energía, la estamos tirando (luego nos quejamos de que estamos agotados) y estamos siendo altamente tóxicos.
Desde ahí NO hay amor, nunca.
Amarnos y amar empieza por ponernos límites. Primero, a nuestra identidad inmadura que no quiere sentir incomodidad, frustración y por eso “carga” contra los demás, les exige que cambien, culpabiliza a los demás o a sí misma, se pasa en día en la queja… Estar atenta/o a mi sentir y acogerlo, SENTIR, aunque sea incomodo ya es un acto de amor. Dejar de ser reactiva/o a esa incomodidad, darle espacio, poner consciencia en que esto que estoy sintiendo nada tienen que ver con el otro, que es información para mí, que aún no entiendo, pero que, si doy espacio para que se decodifique, va a permitirme ser funcional con la situación que estoy viviendo, me va a permitir VER la REALIDAD como es, no desde lo que desde mis ideales, creencias, debería de ser.
Y esto Sí es AMOR.
Cada vez que pongo un límite, cada vez que de manera consciente digo NO, desde este estado de carga, desde esta frustración, NO actúo. Y me PARO y SIENTO, cada vez que hago esto me estoy amando y estoy haciendo un acto de amor.
Y esto, como dices la canción de Extremoduro, “ensancha el alma”. Sí, así es, porque si dejamos de ser personas reactivas, cada vez más conscientes de que esa carga que siento es información funcional para mí y que tengo que dejar de interpretar ese sentir, sólo desde ahí, puedo comenzar (esto sólo es el comienzo, pero te aseguro que es todo un entreno) a ser una identidad más madura, funcional. Somos identidades cada vez más realistas, vemos la realidad con mayor claridad y eso nos hace ser funcionales para nuestro día a día. Seremos identidades con cada vez con más esencia, ALMA.
Sin esto, no hay AMOR.
El amor es la consecuencia de vivir poniendo límites conscientemente a tu identidad inmadura. Es ser consciente de que somos mucho más que un cuerpo y materia. Ese intangible que no se ve (pero se SIENTE) y que es AMOR sólo puede desplegarse en este mundo físico si le damos espacio. Y esta es la auténtica función de las emociones o carga que sentimos. PARAR- SENTIR-SILENCIO. Dar espacio para que este intangible (energía con información), nos impregne. Eso nos permitirá actuar cada vez con mayor claridad, funcionalidad, con nosotros mismos y con los demás.
Yo creo que es momento, mas que de enviar y desear amor a los demás, al mundo, urge comenzar cada uno de nosotros/as a vivir con consciencia de lo que SOMOS y entrenar para permitir que ese intangible o consciencia forme parte de nuestra vida. En las pequeñas acciones, en nuestro día a día. Cada acción consciente, cada límite que pones a tu identidad inmadura, cada vez que dices NO, desde este estado de carga NO voy a hacer nada, PARO, a pesar de que toda mi química, todo mi cuerpo me pida reaccionar, cada vez que haces esto con consciencia de lo que estás haciendo, estas AMANDOTE, cuidándote.
Estás haciendo un acto de AMOR.
Y estás ensanchando el ALMA.