Educadora Social. Especialista en Violencia de Género y en Orientación Sociolaboral. Mediadora Familiar, Civil y Mercantil.
“En el duelo no corras, el único sitio al que tienes que llegar es a ti mismo”
Alba Payas.
Como con cualquier otro duelo que vayamos a vivenciar, es importante comprender cómo será el proceso del duelo animal. El duelo que se atraviesa va a ser proporcional al amor que hemos recibido por parte de nuestro fiel compañero de vida, y seguramente no sea poco, por eso el duelo duele y es natural. Hablamos de seres que nos han dado amor incondicional así que podemos intuir que el duelo va a ser largo y doloroso. Una prueba de vida en toda regla, porque pasan de vivir entre nosotros, a vivir en nosotros.
Podemos decidir enfrentarnos a esta etapa de nuestra existencia completamente solos y a oscuras o, por el contrario, podemos hacerlo con acompañamiento. Y podemos decidir compartirlo con el resto de personas o guardar ese proceso para nosotros mismos. Y no debemos olvidar que todas las maneras son válidas y respetables, aunque las hay más reconfortantes. Igual que debemos tener en cuenta que mientras atravesamos un duelo estamos vulnerables y estamos expuestos a lo que venga de fuera, con lo que las palabras crean o destruyen, y en el caso del duelo animal, debido a la incomprensión, puede hacer bastante daño.
DUELO INVISIBLE
La pérdida de un perro, de un gato o cualquier otro animal está englobada en lo que muchos psicólogos denominan “duelo invisible”, porque gran parte de la sociedad no lo da por bueno o autorizado. Aunque, afortunadamente, cada vez más personas están concienciadas con ello. Quizá tenga también que ver con los datos publicados en 2023 donde se indicaba que España ya tiene el doble de mascotas que de niños, donde los hogares españoles sumaban 15 millones de mascotas frente a 6,6 millones de menores de 15 años.
Un duelo sano consiste en que el amor de tantos años compartidos gane la batalla al dolor de la partida, consiste en poder recordar a nuestro fiel compañero sin lágrimas en los ojos y con una sonrisa en el corazón. No debemos olvidar que la muerte forma parte de la vida y, si tenemos en cuenta eso que llaman ‘ley de vida’, durante nuestro trayecto en este mundo vamos a tener que despedirnos de nuestros fieles compañeros peludos. Un duelo sano no solo nos va ayudar para poder gestionar nuestro dolor por esta partida (que no es poco) sino que nos dará herramientas que nos servirán para enfrentar diferentes dificultades en nuestra vida ya que recordemos que al final un duelo es una pérdida, como perder un trabajo, un sueño, un divorcio, una amistad… Pérdidas que están indisolublemente ligadas a la vida así que es mucho más sabio aprender a gestionarlas que intentar evitarlas cuando se presentan.
El momento en el que estamos inmersos en este proceso de despedida tiene bloqueadas muchas partes de cada uno. Y aunque todo esté muy turbio en ese momento, con el tiempo se supera ese sentimiento encontrado que aborda una mezcla de vacío, dolor desgarrador, pena, rabia, culpa, sufrimiento e impotencia.
INFORMACIÓN Y HERRAMIENTAS
Seguramente no estemos preparados para la muerte, para ningún tipo de muerte, por mucho que nos preparemos para ella, pero mucho menos para la de nuestra alma gemela animal y que la sociedad no valide nuestra pérdida no ayuda a afrontar esta nueva vida sin él. Aunque, como se indicaba anteriormente, tener información y herramientas puede ayudar a que entendamos nuestro proceso y nos tratemos con el amor y la comprensión que merecemos.
Tener dificultad para manifestar ese dolor por la pérdida de un animal al no estar reconocido socialmente perjudica el proceso. No debería existir esa sensación de que existen duelos de primera y de segunda, como puede pasar con los duelos por suicidio (duelos desautorizados) y los duelos por aborto. Igualmente, a nivel laboral existe poco apoyo en esta pérdida: no existe permiso por fallecimiento de mascotas, tiempo para acompañar en la despedida, etc. Tampoco debería existir la sensación de que existan niveles de duelo según la especie de animal, lo que debería diferenciar el duelo es la manera como cada persona lo vivencia.
Un paso indispensable es hablar, desahogarse, estar triste y vivir el duelo para poder superarlo porque si lo escondemos no lo vamos a superar, así que es importante exteriorizarlo de la manera que cada persona mejor considere para sentir comprensión y alivio. Los duelos no se superan, sino que se integran. Y los procesos de duelo son únicos, cada persona los vive a su manera y con sus tiempos, a su ritmo, aunque las fases son comunes.
El duelo es duro y muchas veces inesperado. Es un proceso que cuesta enfrentar y tener herramientas y conocimiento sobre el proceso puede ayudar a que sea más llevadero y podamos entender lo que estamos sintiendo.
FASES DEL DUELO
Las fases del duelo animal que pasan los cuidadores de las mascotas son las mismas para todas las personas, aunque con diferencia en el tiempo que dura y en el orden de las mismas, no es lineal, es un camino. Al principio suele haber una fase de shock que dependiendo de cómo haya sido la muerte puede durar más o menos. En muertes accidentales o inesperadas suele durar más que cuando es una muerte por vejez o una enfermedad larga. En la fase de shock se experimenta un sentimiento como si no fuese real lo que está pasando. Después suele venir la fase de negación o de negociación que es esa fase en la que las personas se dicen ‘no es posible que no esté’, en la que existe la creencia que al volver a casa va a estar allí esperando.
La fase de la negociación también es la fase de los ‘si, si’, de los arrepentimientos: ‘y si hubiera hecho esto’, ‘si lo hubiera llevado a otro veterinario’, ‘si me hubiese dado cuenta antes de que estaba malo’... En esta etapa de los ‘si, si’ las personas necesitan hablarlo, sin embargo, el entorno no suele dejar a la persona desahogarse sino que se hace todo lo contrario: ‘No digas eso, no pienses eso’... Y la persona necesita darle vueltas a las cosas para llegar a asentarlas. Porque todas esas vueltas y ese querer cambiar el pasado es lo que lleva a ser conscientes de la verdad de lo que ha sucedido.
Después de esta etapa suele llegar la etapa de la rabia en la que aparece el sentimiento de enfado. Muchas veces ese enfado va dirigido hacia nosotros mismos, en este caso hablaríamos de culpa, y otras recae en el personal veterinario e incluso en gente ajena. Es una etapa normal del duelo aunque hay gente que no lo sabe y se asusta porque está enfadada y tiene pensamientos que nunca ha tenido. Es importante conocer que es normal esta etapa de culpa o de enfado porque no es una culpa real sino que está asociada al duelo: tenía que haber practicado la eutanasia antes, podía haber esperado más tiempo para el final, fue una mala decisión decidir no practicar la eutanasia y la muerte ha sido agónica, podía haber consultado otros veterinarios, podía haber hecho más pruebas y/o tratamientos, tenía que haber estado a su lado en su último aliento… Y hay que tener en cuenta que cada persona hace las cosas lo mejor que puede en ese momento y en las circunstancias que está viviendo con las herramientas que tiene.
Luego se llega a la etapa de la tristeza que generalmente es la más larga y hay personas que pueden llegar a tener depresión. Hasta que se llega a la aceptación, que sería el salir. Se podría decir que el duelo es como una especie de laberinto. A veces parece que vas a salir, de repente te das cuenta que estás en una calle sin salida y debes volver hacia atrás. La aceptación es eso, es aprender a vivir con esa pérdida porque al final quedarse como si nada hubiera pasado no es elaborar un duelo. Elaborar un duelo es aprender a vivir y a seguir viviendo a pesar de que falte ese ser al que tanto amabas.
Como en general no sabemos gestionar ningún duelo, lo que suele hacer la gente es desconectar, no quiere sentir porque es duro. Hay personas que suelen poner tiritas y sin embargo es fundamental conectar con el dolor. Hay que conectar con las emociones para poder gestionarlas y vivirlas porque hacerlo es el paso para elaborar un buen duelo. El orden sería ese: hacer un ritual, siempre que se pueda, darte ese permiso para estar triste y ser consciente de que el duelo no tiene una duración determinada.
También sería interesante conocer el proceso de envejecimiento de nuestras mascotas, sus necesidades y los cuidados que implican por parte de los propietarios. Son necesarios los cuidados tanto a las mascotas, como a los propios dueños y cuidadores de las mismas.
Afortunadamente, desde hace unos años contamos con empresas de incineración y cementerios de mascotas, una red de servicios que nos ayudan a dignificar el proceso hasta el último momento, con el respeto que nuestro fiel compañero de vida y nosotros merecemos, algo que ayuda en la despedida y el posterior duelo. Aunque aún queda mucho por hacer, tanto en concienciación social, como en servicios y recursos.