Educadora Social. Especialista en Violencia de Género y en Orientación Sociolaboral. Mediadora Familiar, Civil y Mercantil.
Últimamente se habla mucho del autocuidado y del bienestar emocional porque se empieza a dar la importancia que merece a la salud mental. Y el descanso es necesario en ese proceso.
Vivimos en una sociedad de producción, de multitareas, donde la necesidad de estar siempre ocupados nos lleva a un ritmo frenético de vida y autoexigencia que a veces es difícil de frenar. Y en un mundo que a menudo nos impulsa a estar siempre activos, es fácil olvidar la importancia del descanso. Sin embargo, descansar no es solo un lujo, es una necesidad fundamental para mantener nuestra salud física y mental en equilibrio.
El descanso se puede entender como sinónimo de dormir, pero también como sinónimo de parar en las actividades diarias. Y ambas maneras de descansar son igualmente necesarias y esenciales, con lo que deberíamos tenerlas como prioridades para nuestro bienestar.
El descanso es esencial porque mejora la función cognitiva: un descanso adecuado permite que el cerebro procese la información y se recupere, mejorando la memoria, la concentración y la creatividad. También el descanso reduce el estrés: el descanso ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, permitiendo enfrentar los desafíos diarios con una mente más tranquila y equilibrada. Dormir bien y descansar regularmente fortalecen el sistema inmunológico, ayudando a prevenir enfermedades y a recuperar más rápidamente al enfermar. Igualmente mejora el rendimiento físico: el descanso es crucial para la recuperación muscular y el rendimiento físico. Ya sea practicando deporte o manteniéndose activo, descansar es clave para mantener el cuerpo en forma. También favorece el bienestar emocional: tomar tiempo para descansar también es esencial para la salud emocional. Ayuda a recargar energías y a mantener una perspectiva positiva en la vida.
Descansar no es sinónimo de pereza, sino una parte esencial del autocuidado. Tomar tiempo para descansar adecuadamente permite ser más productivo, feliz y saludable y reduce el estrés y la ansiedad. Parando no se desaprovecha el tiempo, sino que se invierte en uno mismo.
Debemos aprender a descansar, a disfrutar de no hacer nada, a tener la mente tranquila, a estar con nosotros mismos, incluso a invertir esos tiempos en actividades que nos haga encontrarnos con nuestro ser. A veces, en la pausa del descanso encontramos la claridad que se pierde en el torbellino del movimiento constante; detenerse no es rendirse, es recordarse a uno mismo la importancia de recargar energías para seguir adelante con renovado vigor y cuidar así la salud mental y física.
Sumergidos en la vorágine en la que transcurre nuestro día a día, nos dejamos llevar por la inercia. En esa inercia no solemos incluir una de las actividades más importantes, escuchar los mensajes que nos envía nuestro cuerpo. Y si no paramos por nosotros mismos, probablemente nuestro cuerpo y nuestra salud sea quien nos pare. Parar a tiempo no es un signo de debilidad ni de cobardía, sino una muestra de cordura y amor hacia ti.
Hay algunas señales que nos pueden indicar que necesitamos descansar, el cuerpo nos da señales que debemos tener en cuenta, ignorar estas señales no solo no va a acabar con el problema, sino que lo suele agravar más. Estas señales son signos de estrés, de cansancio, de desánimo, de desilusión, de irritabilidad, y tienen que ser atendidas lo antes posible para no agravar la situación.
Si estás experimentando varios de los signos deberías empezar a pensar en tomarte un descanso, inclusive podrías plantearte revisar tu rutina, tus prioridades y tus necesidades reales: sentirte más cansado de lo habitual, necesitar estimulantes, te cuesta mantener la concentración, necesitas más tiempo para realizar tareas, siempre piensas en esas tareas, notas cambios de humor, tienes problemas de memoria, tu salud está deteriorada, sientes falta de energía y/o cometes con demasiada frecuencia errores poco habituales.
Cuando se habla de tomar una pausa, normalmente es porque necesitamos descansar física y mentalmente. Es necesario soltar y airear la mente, liberar el estrés y permitir al cuerpo reponerse. Pero también estamos hablando de parar para pensar, para replantear la situación y analizar qué estamos haciendo, qué nos está pasando y qué decisiones debemos tomar. En un mundo que valora la rapidez y la productividad, ser valiente es darse permiso para parar sin sentir culpa por ello.
El descanso veraniego queda ya lejano, momento en el que muchas personas disfrutamos de unas merecidas vacaciones laborales y en el que apartamos a un lado las tareas diarias que realizamos durante el resto del año. Pero no olvidemos que el descanso debe ser habitual, no sería conveniente esperar al siguiente verano para ese descanso deseado, porque así puede pasar un año y otro y se termina pasando la vida.