Coach, experta en Coaching Cuántico y en Inteligencia Emocional. Directora de la Escuela de Liderazgo y Bienestar Emocional.
juliademiguel.com
Hay una forma de vida lineal, la que conocemos y hay… otra forma de vivir, como dice la canción. Y esa otra forma de vivir es una vida cuántica.
¿Cuál la diferencia? Pues tan grande como vivir en supervivencia o sencillamente, VIVIR. Hasta ahora hemos sobrevivido, hemos vivido en estado de alarma constante y podríamos decir que ha estado bien, porque gracias a ello, seguimos aquí como especie. El problema es que toca pasar a un siguiente nivel, siendo conscientes de que somos mucho más de lo que nuestros sentidos físicos nos muestran. Es como que hasta ahora hemos vivido utilizando un móvil de última generación manejando las aplicaciones básicas, sin ni siquiera conocer todo el potencial del teléfono y por supuesto, si no lo conocemos, imposible utilizarlo y desplegar todas sus posibilidades.
Como seres humanos hemos vivido así, a medio gas, aunque repito, ha estado bien. Hemos puesto el foco en nuestra parte partícula, en la forma y nos hemos olvidado de aquello que realmente somos en gran medida, seres multidimensionales. Somos onda y partícula al mismo tiempo. Esta es nuestra doble naturaleza. Somos identidades viviendo en una realidad 3D, pero además somos en gran medida, conciencia y consciencia. Y somos esta parte onda en un 99.9999999%. Lo que nos da forma, lo que crea nuestra realidad e identidad, nuestra parte particular, es ese fondo o parte onda, la conciencia (información-datos) y la consciencia. Es aquello que no se ve, pero sí podemos sentir, lo que nos hace crecer, madurar y evolucionar. Y vivimos de espaldas a esta parte, sin tenerla en cuenta, sin escucharla y, por tanto, sin escucharnos.
¿Qué aporta vivir una vida cuántica?
Ese estado de Flow que todo el mundo busca, armonía, creatividad, paz, madurez, evolución. VIVIR
Y no se trata de elegir o una vida u otra, se trata de un proceso lento y progresivo, que implica en primer lugar un conocimiento profundo de cómo funcionamos como seres humanos y una aplicación consciente de ese conocimiento en nuestro día a día.
Una vida cuántica significa un cambio profundo en la forma de percibir lo que nos sucede. Es aprender a vivir leyendo realidad (que no es tan sencillo porque la realidad es cuántica) y que nuestras acciones como identidades estén en coherencia, en sintonía con nuestra realidad.
Es vivir en autorreferencia, desde nuestra autenticidad. Y esto no es nada sencillo. Una de las frases que más escucho cuando acompaño a una persona en un proceso es: “estoy perdido/a, no sé quién soy y sólo quiero ser yo mismo/a”… Sentir esto es normal, porque hemos confundido ser uno mismo/a, vivir en autorreferencia, con vivir siguiendo a nuestro interfaz.
El interfaz es el filtro a través del cual percibimos la realidad. Ese filtro está lleno de creencias, prejuicios, de miedos, inseguridades, complejos. Ese filtro es el que nos lleva a los deberías, a los tengo que, a la culpa, a los miedos, a la lucha y al sufrimiento. Ese filtro es nuestra conciencia. Si, has leído bien, conciencia. La conciencia es información, son los datos a través de los cuales podemos ver la realidad. El problema es que ese “filtro” está muy obsoleto. El ser humano es un ser multidimensional y su esencial es la evolución. Y evolucionar es vivir en constante actualización de nuestra conciencia. Cuando más permitamos esta actualización, con más claridad y precisión podremos ver la Realidad. Y si somos capaces de VER y aceptar la realidad tal cual es, nuestra identidad actuará en coherencia con esa realidad. Y no hay nada más expansivo para una misma y los demás, que vivir en coherencia.
Seguir viviendo desde nuestro interfaz es lo que nos aleja de nuestra esencia, de quien realmente somos. De ahí esa sensación de pérdida tan común en nuestra sociedad. Pero es una buena noticia, porque en muchas ocasiones, esta sensación es la que nos hace buscar ese conocimiento que nos ayude a encontramos.
En este precioso camino hacia esa vida cuántica, hay una dimensión esencial, sin la cual nada de esto va a ser posible. Tu consciencia particular. Sin esta dimensión intangible, no hay posibilidad de ver la realidad tal cual es, por tanto, no habrá evolución. La consciencia es espacio, silencio, observación. Es el observador de la cuántica. Es un estado atención constante. Pero es un estado de atención que porta un conocimiento profundo de lo que somos y del sentido que tiene lo que estamos haciendo. La consciencia es la única de nuestras dimensiones que nos va a permitir ver a nuestro interfaz (el filtro que nos hace actuar en base a nuestros miedos, creencias, complejos e inseguridades). Y si no soy consciente de ello, no puedo dejar de hacerlo. Si no se Ve, no se Va, decimos en cuántico.
Por eso esta vida cuántica va más de dejar de hacer, que de hacer. Va más de poner límites a nuestra identidad inmadura y caprichosa que vive actuando en base a ese interfaz, a esos miedos, complejos e inseguridades. Y así, poniendo límites a nuestra identidad, dejaremos de vivir y actuar desde lo que no somos y comenzará a brotar nuestra auténtica identidad. Y esa sensación de pérdida, ese sufrimiento y desasosiego irá desapareciendo e irá surgiendo un estado de coherencia y armonía profundo, de seguridad y confianza que nada tiene que ver con lo de fuera.
En definitiva… hay otra forma de vivir. Donde el conocimiento profundo de quien realmente somos y su puesta en práctica en nuestro día a día. Conocimiento + práctica particular (hay una metodología para esa puesta en práctica): Vida cuántica = Evolución, transformación.
Te invito a que escuches esta maravilla de canción:
‘OTRA FORMA DE VIVIR’
Joan Dausà & Aina Zanoguera