Unidad de Hepatología
Servicio de Aparato Digestivo Hospital Universitario de Burgos
La esteatosis Hepática Metabólica o Hígado Graso (EHmet) es la enfermedad hepática crónica más frecuente a nivel mundial, especialmente en los países desarrollados.
Una patología silente, prácticamente asintomática y que se diagnostica en fases avanzadas, que afecta a más de diez millones de españoles, de los que cerca de dos millones presentarían inflamación del hígado (esteatohepatitis) y, de ellos, 400.0000 presentarían ya una cirrosis hepática.
¿Qué es la esteatosis Hepática Metabólica?
Un hígado sano almacena una pequeña cantidad de energía en forma de carbohidratos (glucógeno), pero no almacena grasa. El acúmulo de grasa en >5% de las células del hígado se considera patológico. En la mayor parte de las ocasiones esto no afecta al funcionamiento hepático y este exceso de grasa se denomina “esteatosis simple” o “hígado graso”. Sin embargo, en algunas personas, el depósito de grasa produce inflamación y daño de las células hepáticas, o “esteatohepatitis”.
Esta forma de enfermedad es la que conlleva riesgo a largo plazo, ya que cuando el hígado sufre un daño, trata de repararse a sí mismo produciendo nuevo tejido hepático y tejido cicatricial o fibrosis, que se acumula produciéndose finalmente cirrosis y aumentando el riesgo de cáncer hepático.
¿Cuáles son las causas de la esteatosis hepática?
El alcohol, algunos medicamentos y algunas enfermedades hepáticas como la hepatitis C o la
enfermedad de Wilson pueden producir acúmulo de grasa en el hígado. Sin embargo, la EHMet se
refiere a la enfermedad hepática por depósito de grasa que no se asocia con el consumo de
alcohol, fármacos ni otras enfermedades del hígado.
Los factores genéticos hacen que algunas personan sean más susceptibles que otras, pero
actualmente se sabe que los factores metabólicos juegan el papel más importante en el desarrollo
de esta enfermedad. Existe una fuerte asociación entre el síndrome metabólico y la EHMet. El
síndrome metabólico es un conjunto de alteraciones que aumentan el riesgo cardiovascular como
la presencia de obesidad (especialmente el acúmulo de grasa abdominal), hipertensión arterial,
diabetes y los niveles altos de colesterol y triglicéridos (VER TABLA).
¿Qué frecuencia tiene la enfermedad?
Se estima que el 25% de los adultos europeos padece EHMet, pero la enfermedad también puede
afectar a los niños. La mayor parte de estas personas tiene enfermedad leve; no obstante del 1,5
al 6,5% de la población general en Europa presenta esteatohepatitis y un 1,5% fibrosis avanzada
o cirrosis. Sin embargo, la frecuencia de EHMet llega al 90% en personas obesas y al 50-70% en
diabéticos tipo 2. En personas con diabetes tipo 2, la frecuencia de esteatohepatitis es del 60% y
de fibrosis avanzada del 10%.
¿Cuáles son los síntomas y las consecuencias de la enfermedad?
La enfermedad suele cursar de forma asintomática. Algunas personas presentan aumento de las
transaminasas, pero el grado de alteración de los análisis no predice de manera fiable la gravedad
de la enfermedad. Puede existir cansancio o molestias en la parte derecha del abdomen. Los
síntomas suelen aparecer cuando el hígado ya está gravemente dañado: ictericia (coloración
amarilla de la piel y los ojos) e hinchazón del abdomen y las piernas. Esta es la fase de cirrosis,
con fallo del funcionamiento hepático. Además, la EHMet se asocia con el desarrollo de cáncer
hepático, más frecuente en fases avanzadas (en el estadio de cirrosis).
Pero la EHMet también tiene impacto en otros órganos más allá del hígado y contribuye al
desarrollo de enfermedad cardiovascular, ictus, enfermedad renal crónica y distintos tipos de
cáncer. La EHMet tiene además un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes.
¿Cómo puedo saber si tengo EHMet?
En personas con factores de riesgo (cualquiera de los componentes del síndrome metabólico), un
análisis de sangre con aumento de las transaminasas mantenido (GPT/GOT) hace sospechar la
enfermedad, aunque algunas personas con EHMet tienen las transaminasas normales. La
ecografía permite detectar grasa en el hígado cuando afecta a >30% de las células hepáticas
(también la TC y la resonancia, que detectan cantidades menores de grasa, pero son menos
disponibles). El CAP estima la presencia de grasa en el hígado midiendo cómo se enlentece el
paso de los ultrasonidos a través del tejido hepático graso.
Pero como se ha dicho anteriormente, la presencia de grasa puede no dar complicaciones y lo
más importante es valorar la presencia de fibrosis o daño hepático. Para esto disponemos de
pruebas analíticas como FIB-4 o NAFLD fibrosis score y del FibroScan®, que mide la rigidez del
tejido hepático. Finalmente, la biopsia hepática puede detectar tanto la presencia de grasa como
de inflamación y fibrosis, pero debido a su coste y riesgos se suele reservar para casos en los que
la enfermedad puede ser difícil de diferenciar de otras enfermedades hepáticas.
Puedes leer el artículo completo en nuestra revista digital