La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva, lo que significa que los síntomas persisten en el tiempo y se agravarán a medida que avanza. Es la segunda enfermedad más prevalente en la actua- lidad después del Alzhéimer y pertenece al grupo de los llamados Trastornos del Movimiento.
Se conoce comúnmente como enferme- dad de Parkinson, en referencia a James Parkinson, el doctor que la describió por primera vez en 1817 en ‘Un ensayo sobre la parálisis agitante’ (An essay on the shaking palsy).
La EP se caracteriza por la pérdida o de- generación de neuronas, lo que provoca una falta de dopamina en el organismo.
La zona del cerebro donde se produce esta pérdida de neuronas es una estruc- tura llamada sustancia negra situada en la parte media del cerebro. La dopamina es una sustancia que transmite informa- ción necesaria para que realicemos movimientos con normalidad.
A día de hoy no se conoce la causa última de la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, se considera que podría deberse a una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del propio envejecimiento del organismo. Hay tres factores implicados en el riesgo de desarrollar la enfermedad:
· EDAD
La edad se ha demostrado como un claro factor de riesgo, siendo la edad media del diagnóstico entre los 55-60 años. Así, la prevalencia aumenta exponencialmente a partir de la sexta década de vida.
Cuando la enfermedad de Parkinson aparece antes de los 50 años, se denomina Párkinson de Inicio Temprano.
· FACTORES GENÉTICOS
El 90% de los casos de párkinson son formas esporádicas, es decir, no se deben a una alteración genética concreta. No obstante, se estima que entre el 15% y el 25% de las personas que tienen la enfermedad cuentan con algún pariente que la ha desarrollado.
· FACTORES MEDIOAMBIENTALES
Algunos estudios citan como factor de riesgo el consumo continuado a lo largo de los años de agua de pozo o haber estado expuesto a pesticidas y herbicidas.
El diagnóstico de la EP es fundamentalmente clínico y se realiza tomando en cuenta la historia clínica y la exploración física y neurológica de la persona, ya que no existe en la actualidad un marcador bioquímico. Se basa, por tanto, en la detección de una serie de síntomas motores y en la exclusión de otros posibles trastornos por medio de pruebas complementarias.
Los síntomas deben incluir la lentitud de movimientos (bradicinesia) y además, al menos uno de los siguientes:
· Temblor en reposo*
· Rigidez muscular
· Inestabilidad postural
*La falta de temblor en reposo no excluye el diagnóstico ya que puede estar ausente en el 30% de los pacientes.
Existen otros criterios diagnósticos de soporte. Los empleados con mayor frecuencia son los publicados por el Banco de Cerebros del Reino Unido (UK Parkinson´s Disease Society Brain Bank) y se requiere la presencia de al menos tres para un diagnóstico definido:
· Comienzo unilateral de los síntomas
(en un solo lado del cuerpo).
· Asimetría persistente con mayor afectación en el lado en el que comenzaron
las alteraciones.
· Buena respuesta al tratamiento con levodopa.
· Respuesta a la levodopa por más de 5 años.
· Curso progresivo.
· Evolución clínica durante 10 años o más.
· Hiposmia (afectación de la capacidad para percibir olores).
· Alucinaciones visuales (percepciones visuales que ocurren en ausencia de un estímulo).