Educadora Social. Especialista en Violencia de Género y en Orientación Sociolaboral. Mediadora Familiar, Civil y Mercantil.
El ‘burnout’, también llamado síndrome de desgaste profesional o síndrome del trabajador quemado, hace referencia a la cronificación del estrés laboral y es la respuesta que dan las personas trabajadoras cuando perciben la diferencia existente entre sus propios ideales y la realidad de su vida laboral.
El burnout se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima de la persona trabajadora. Es un proceso en el que progresivamente el empleado sufre una pérdida del interés por sus tareas y va desarrollando una reacción psicológica negativa hacia su ocupación laboral, como consecuencia del estrés laboral crónico. Se refiere a una sensación de agotamiento, distancia mental con el trabajo, pensamientos negativos y sentimientos de frustración e ineficacia que surge de la rutina laboral.
La Real Academia Nacional de Medicina de España indica que las expresiones síndrome de desgaste o, más coloquialmente, del trabajador quemado son alternativas en español al anglicismo burnout. De acuerdo con su diccionario de términos médicos, consideran que síndrome de desgaste profesional es la traducción apropiada de esta voz inglesa.
Según la Guía del Mercado Laboral 2022, el 43% de los profesionales españoles tienen cierta sensación de agotamiento o fatiga laboral y, desde enero de 2022, el síndrome de burnout es reconocido como una enfermedad de salud laboral por la Organización Mundial de la Salud y está incluido en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos.
Es importante tener en cuenta que el síndrome de burnout no es lo mismo que el estrés laboral. El estrés es una reacción de nuestro organismo para hacer frente a las demandas del entorno, un sentimiento que la mayoría de las personas trabajadoras han experimentado en alguna ocasión y nos afecta a cada persona de diferente manera dependiendo de las experiencias y herramientas que tengamos para enfrentarnos a ello, incluso algunas personas sienten que el estrés en pequeñas dosis les ayuda a sentirse más productivas y motivadas. Sin embargo, demasiada presión y estrés, al cabo de cierto tiempo pueden desencadenar en el síndrome de burnout. En estos casos sucede que el cansancio mental ha sido tan grande que la persona se siente agotada y agobiada, siendo inexorablemente perjudicial.
Tipos de burnout
Es importante conocer los dos tipos de burnout que existen:
Burnout activo: es el primer estadio de la enfermedad, en el que el empleado todavía mantiene una conducta asertiva e intenta salir de la situación, siendo capaz de mostrar una actitud positiva, aceptar las críticas y no perder el control.
Burnout pasivo: en este punto es cuando aparecen los sentimientos de apatía. El empleado ya ha abandonado la actitud positiva y no hace ningún esfuerzo para intentar revertir la situación.
Principales síntomas del síndrome de burnout
Según la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de EEUU, en sus orígenes, el síndrome del trabajador quemado fue identificado en mayor medida en aquellas profesiones que están en relación con las profesiones de ayuda y con el trato al público y clientes (denominado también exposición social). Sin embargo, puede darse en cualquier ocupación ya que hay un mayor riesgo de padecer el síndrome de burnout cuando existe una gran discrepancia entre las expectativas laborales del trabajador y la realidad de las tareas a las que se enfrenta día a día, o existe un ambiente laboral con exceso de tensión, degradado y/o con relaciones laborales manifiestamente conflictivas.
Maslach y Jackson, autores que investigaron el síndrome de burnout, identificaron tres dimensiones que se ven afectadas y que son centrales en el síndrome del trabajador quemado:
Agotamiento emocional: Sensación de estar desbordado emocionalmente, con la percepción de no tener recursos ni cómo saber gestionar la situación. Al agotamiento emocional (estrés, ansiedad, depresión, insomnio, falta de concentración, estado permanente de nerviosismo…) se le une el agotamiento físico (fatiga, variaciones de peso, pérdidas de apetito, dolores musculares, migrañas, problemas gastrointestinales, impaciencia, irritabilidad…)
Despersonalización: El síndrome de burnout produce un cambio en el comportamiento de la persona que lo sufre. Ésta adopta una actitud de indiferencia y desapego, reduciendo claramente su compromiso hacia el trabajo. La irritabilidad y el endurecimiento del trato se convierten en comportamientos habituales en la forma de actuar de un trabajar quemado.
Baja autoestima profesional: Valoración negativa del trabajo realizado, con expectativas negativas y frustración hacia el trabajo. Esto puede hacer que haya un descenso en la productividad laboral y la persona esté desmotivada.
Partiendo de estas tres dimensiones, podemos encontrar diferente sintomatología asociada, vamos a clasificarla en diferentes categorías:
– Emocional/cognitivo: Irritabilidad, bajo estado de ánimo, ira, ansiedad, ausencia de motivación, apatía, bloqueo emocional, agotamiento emocional, pensamientos catastróficos, dificultad de atención y concentración, baja sensación de realización, negatividad, frustración, angustia, falta de energía, sensación de abatimiento y desbordamiento…
– Fisiológico: Dolor de cabeza, dolores musculares, tensión muscular, palpitaciones, opresión en el pecho, hiperventilación, migrañas, fatiga visual, sensación de mareo, dificultad en el sueño…
– Conductual: Actitudes hostiles, aislamiento social…
Etapas del burnout
El burnout se entiende como un proceso continuo en el que la persona poco a poco, va perdiendo energía, optimismo e ilusión en su trabajo. Se describen cinco fases:
Fase de entusiasmo: En la etapa inicial de un nuevo proyecto o empleo, habitualmente la persona trabajadora se sentirá entusiasmada. Esta es la fase inicial donde el empleado comienza su trabajo. En general, en esta fase las expectativas y sensaciones son de entusiasmo y energía hacia el nuevo puesto.
Fase de estancamiento: El trabajador duda de su capacidad de responder de forma eficaz a las demandas y comienza a sentir estrés. En esta fase el trabajador empieza a sentir cierto malestar respecto al trabajo y sus demandas. Pueden aparecer los primeros síntomas de estrés, sensación de malestar… las expectativas respecto al trabajo pueden empezar a verse frustradas.
Fase de frustración: El inicio del síndrome de burnout comienza aquí. Se siente frustrado y no está motivado. En esta etapa predomina la frustración hacia el trabajo, donde la persona ya duda de si el esfuerzo está siendo recompensado. Se empieza a cuestionar y a hacer balance sobre los recursos destinados y la recompensa o consecuencias en el trabajo. La sensación de frustración, derrota e incapacidad va cada vez más en aumento. Hay sensación de ausencia de recursos personales y a nivel de la empresa.
Fase de apatía: En esta fase, el empleado no encuentra sentido a su trabajo y experimenta una falta de realización profesional. Se ralentiza el ritmo de trabajo y disminuye el interés por el mismo. En esta fase hay una marcada falta de interés hacia el trabajo. La falta de interés y motivación influye en el rendimiento laboral, disminuyendo su ritmo. Cada vez más desbordamiento a nivel emocional, acompañado de sensación de baja realización, vacío, ansiedad, somatizaciones….
Fase de quemado: Generalmente, las consecuencias de este estado, colapso mental y emocional, son tales que la persona deja de ir al trabajo o pide un cambio de proyecto. En esta fase la persona ha llegado al límite, hay un desbordamiento y colapso total, afectando a nivel laboral, personal e interpersonal. En este momento la persona puede llegar a plantearse dejar el trabajo o buscar otro puesto en la misma empresa.
Se debe tener en cuenta que cada persona experimenta estas fases de diferente manera, pasa las fases de una manera y con unas sensaciones.
Causas del burnout
Suele aparecer cuando coinciden factores de riesgo personales y aquellos relacionados con el puesto de trabajo. El principal detonante del síndrome del burnout son unas malas condiciones de trabajo, la sobrecarga emocional, la mala organización y falta de control, las propias características personales del empleado, el alto nivel de exigencia, las expectativas poco claras, el desequilibro entre vida personal y laboral, el mal clima laboral, las excesivas responsabilidades o sobrecarga de funciones, el ambiente laboral deteriorado, la mala comunicación con directivos y responsables, la falta de autonomía o hipervigilancia, y la falta de apoyo, de recursos o de personal.
¿Cómo prevenirlo?
Una de las características del síndrome del trabajador quemado es que, si no se toman las medidas necesarias a tiempo, puede ir creciendo y convertirse en un problema cada vez mayor. Por ello es importante que, tanto la empresa como el empleado tomen conciencia del problema, lo reconozcan y apliquen las medidas necesarias para prevenirlo.
A continuación, vemos qué pueden hacer por un lado las organizaciones, y por otro los empleados, para evitar que éstos últimos lleguen a experimentar el síndrome de burnout.
Antes de revertir una situación de “trabajador quemado” lo primero que debería intentar la organización es evitar llegar a ese extremo. Para ello, la empresa debe identificar y evaluar las situaciones o aspectos que están generando estrés a sus trabajadores y hacer lo posible para intentar reducirlas. La forma de hacerlo puede ser: de manera proactiva y con planificación y organización, usando las herramientas adecuadas, haciendo seguimiento a los empleados, teniendo reuniones periódicas con los equipos, escuchando y teniendo en cuenta a los empleados, motivando y apoyando.
Por su lado, la persona trabajadora puede poner de su parte para no cruzar la línea del estrés al síndrome de burnout de la siguiente manera: tener una actitud asertiva, intentar tener buenas relaciones personales en el entorno laboral, adecuar las expectativas profesionales, trabajar el autoconocimiento, aprender a combatir el estrés, mejorar la autoestima, programar descansos, establecer límites, cuidarse, tener una vida saludable, dedicarse tiempo a uno mismo, cultivar un buen ambiente de equipo, atender las señales del cuerpo y las emociones, separar el ámbito laboral del personal, buscar apoyo familiar y social e incluso buscar ayuda profesional.